Temporada 1

Escuchar y contar cuentos en familia (I)

Escuchar y contar cuentos en familia

Contarles cuentos a los niños es un hábito que está quedando en el pasado. Estamos tan abrumados que a los adultos no nos queda tiempo para dedicarle con calma unos minutos a nuestros hijos con un libro de por medio. No es un simple recurso para incitarlos al sueño. Crea lazos emocionales y fomenta el gusto por la lectura.

Aunque pueden existir muchas razones y argumentos para animarnos a contar cuentos en casa o en cualquier otro ámbito, hay libros y cientos de artículos que avalan esta práctica ancestral que nos ha acompañado a lo largo de la historia de la humanidad, me gustaría insistirles en varias ideas. Es verdad que existen verdaderos profesionales de la narración oral, pero contar cuentos, hacer que las palabras impulsen un cambio, es un derecho que todos, independientemente de la edad y la formación, tenemos en nuestro haber.

Yo insisto continuamente en dos ideas. La primera es que los cuentos no tienen edad, no se hacen exclusivamente para dormir a los niños, sirven también para despertar a los adultos. Y una segunda, los cuentos son un masaje para el alma, acompañan nuestros sentimientos, despiertan emociones: un cuento nos da la mano en silencio.

Ahora más que nunca, en estas circunstancias, la narración en el ámbito del hogar cobra, bajo mi punto de vista, una trascendencia sin igual.

Y estas son algunas de las razones principales:

Provoca encuentros

La narración oral provoca encuentros en todas las direcciones: con los que nos rodean y con uno mismo, con los que escuchan y con los que narran. Se tienden puentes de ida y vuelta.

El que narra está poniendo mucho más que palabras. Está imprimiendo su carácter, en cada una de ellas, su manera de ver la vida, lo que considera importante y trascendental para ser feliz. Y todo eso crea lazos que nos hacen sentirnos grupo, familia, porque compartimos un mismo relato vital.

Al contar cuento, le ponemos nombre a las emociones

Por suerte todos somos diferentes. La educación que recibimos, las experiencias que hemos vivido, el ambiente en donde nos hemos desarrollado… Todo nos va modelando y nos va permitiendo colocar lo que sentimos y categorizarlo. Los cuentos y las historias narradas, nos ayuda a identificar esas emociones, y al sentirnos identificados con los personajes y las situaciones que viven de manera consciente o no, somos capaces de sentirnos reconocidos y de descubrir lo que estamos sintiendo, lo que vivimos hace un tiempo atrás o identificar, incluso prever, una emoción que está por llegar.

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